La manera en que las sociedades tratan su presente sin dudas revela qué esperan de su propio futuro. Con los geógrafos no es muy diferente: el interés que muestren en los problemas de hoy, en sus soluciones o al menos en su monitoreo proactivo, les abrirá o cerrará puertas para ser tenidos en cuenta como parte de la razón de la nación.
Cuando comenzamos a planear este número, muy poco después de acabar el Nº15, no podíamos prever que las primeras ideas irían a un segundo plano forzadas por circunstancias imprevisibles. De manera que tuvimos que cambiarlo todo para tratar dos temas de penosa actualidad geográfica que no se pueden eludir. Las consecuencias de ambos pueden ser lamentables, profundas, extensas y prolongadas en el tiempo.
El incendio de agosto en la Terminal de Petróleo de Matanzas –el mayor accidente industrial en la historia de Cuba– puede haber causado un impacto tan serio como difícil de evaluar y remediar a unos metros de la costa más atractiva y potencialmente valiosa del archipiélago. Para los geógrafos no puede haber un tema más crítico y actual que la evaluación del impacto ambiental del accidente sobre la población, las aguas superficiales y subterráneas, los suelos y tierras agrícolas, las áreas protegidas que albergan endémicos en peligro y las costas, las incomparables costas de La Habana y Matanzas, con playas, acantilados y terrazas que son uno de los tesoros mayores y menos explotados de Cuba y de lo cual no se tiene adecuada noción, a juzgar por el uso a veces desdeñoso que se les da.
El otro tema grave es la emigración.
Parece que en un año se habrán ido a vivir al extranjero un cuarto de millón de cubanos –quizás más–, en su mayoría jóvenes, instruidos, dispuestos a asumir el costo sicológico de la separación familiar, el latente riesgo de rechazo y desarraigo, con tal de probar su capacidad de prosperar en otro ambiente. Son cubanos que van a producir, a crear y a triunfar en otra parte y no en su país. Es trágico.
No tuvimos el tiempo que merece este gran problema, pero volveremos sobre él, porque en el proceso de reunir la data necesaria quedaron abiertas fuentes de información que se deben seguir y describir para el conocimiento de todos.
Otros temas se arriesgan a quedar en un plano apartado, pero los alentamos a que presten atención a La Huella Aborigen en la sociedad actual, a la Carretera Central como formadora del paisaje cubano y al apasionante relato del Hermano Marie Victorín en sus Itinerarios Botánicos en la Isla de Cuba.
Esperamos que hallen lecturas útiles en este número 16.
Gracias por leer CubaGeográfica.